Hoy fue uno de esos días en los que de verdad me llené de
alegría, emoción, gratitud, sorpresa y muchos sentimientos difíciles de
expresar con palabras.
Como ya saben (los que no les cuento) soy una creyente, soy
una católica practicante y activa y Dios se ha encargado de enamorarme cada día
más con todas las bendiciones que comparte conmigo, mi familia, seres cercanos
y hasta los no creyentes que conozco y que sé han recibido muchas cosas buenas.
Pues hoy fue mi turno, y llegó en el momento más preciso pues
el día anterior había tenido una bonita confesión y charla con el Padre Eduardo
(Párroco de la parroquia la Niña María al que quiero mucho y le tengo mucha
confianza). Soy una persona LLENA de errores y defectos y a veces me sorprendo
con la cantidad de cosas buenas que a pesar de eso Dios me sigue dando. Y
después de esta introducción, cuento lo sucedido. Hoy viajaba a Bogotá muy
temprano ya que tenia un compromiso importante al medio día del mismo día, 11
de diciembre. Por razones de seguridad el carro de mi casa no podíamos sacarlo así
que mi novio se ofreció a llevarme y luego me dijo que su hermana lo
acompañaría.
Muy a las 5:30am llegaron por mi, mi cuñada alegaba atrás
(obviamente molestándome) por hacerla levantar temprano y hasta iba acostada y
arropada. Empezamos a subir y poco a poco empezamos a oír un ruido que provenía
del carro y que iba incrementando, a la vez el carro iba perdiendo fuerza.
Finalmente paramos y el carro estaba recalentado, el pobre recipiente del agua
parecía vacío y salía mucho vapor. Con tranquilidad (porque nada sacábamos con
estresarnos) abrimos el capo y empezamos a hacer llamadas a nuestras familias a
contar lo ocurrido. No mucho después, digamos unos 15 minutos, pasó luego de
varios carros, una busetica, pequeña que decía escolar, siguió y a los 100 metros
paró y sin importarle que iba en reversa por las palmas (vía importante de Medellín)
llego hasta